Episodio 140 de Podcast Agricultura

Episodio 140: Insecticidas microbianos para el control de plagas

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Uno de los métodos alternativos para el control de insectos plaga son los insecticidas microbianos, que involucran el uso de microorganismos patógenos o de los productos derivados de estos. El control microbiano, puede incluir bacterias, hongos, virus, protozoarios y nemátodos.

¿Cómo funciona un insecticida microbiano?

Un insecticida microbiano funciona utilizando organismos vivos o sus derivados para controlar plagas de insectos. Estos productos están compuestos principalmente por bacterias, virus, hongos o protozoos que tienen la capacidad de infectar y matar insectos, sin causar daño significativo a otros organismos, como las plantas o los seres humanos.

Uno de los ejemplos más comunes es el uso de bacterias como Bacillus thuringiensis (Bt). Esta bacteria produce toxinas que son letales para ciertos insectos cuando son ingeridas. Al consumir el insecticida microbiano que contiene Bt, el insecto se ve afectado en su sistema digestivo. La toxina se activa en el ambiente alcalino del intestino del insecto, destruyendo las células intestinales y provocando una parálisis que impide al insecto alimentarse, lo que lleva a su muerte en pocos días.

Los virus también pueden ser utilizados en insecticidas microbianos, como es el caso de los baculovirus. Estos virus son altamente específicos y suelen infectar a una sola especie o a grupos muy reducidos de insectos. Una vez que el virus ingresa al cuerpo del insecto, se replica rápidamente dentro de las células del huésped, causando la muerte del insecto en poco tiempo.

Los hongos entomopatógenos, como Beauveria bassiana, actúan de manera diferente. En lugar de ser ingeridos, estos hongos se adhieren a la cutícula del insecto, germinan y penetran en su cuerpo. Una vez dentro, el hongo se multiplica y consume los tejidos del insecto, matándolo lentamente. Además, algunos hongos pueden liberar toxinas que aceleran este proceso.

Cada uno de estos microorganismos tiene un modo de acción específico y un rango de insectos objetivo, lo que permite una gran flexibilidad en su uso. Estos insecticidas suelen ser más seguros para el medio ambiente que los productos químicos convencionales, ya que no dejan residuos tóxicos y su acción suele limitarse a las plagas objetivo, reduciendo el impacto en los insectos benéficos.