Tuve el gusto de entrevistar a Juan Labastida, quien actualmente tiene la responsabilidad de representar y dirigir a la Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC), por lo que nuestra conversación se centró en la importancia que tienen las semillas para la producción agrícola.
Juan también es el gerente de marketing para México de la empresa Enza Zaden, por lo que tiene una vasta experiencia en comunicar la importancia que tienen las semillas de vegetales para el desarrollo de la producción agrícola nacional. Durante la entrevista nos detalla la situación actual de la industria semillera.
¿Cuándo se creó AMSAC y cuál fue su objetivo?
AMSAC, la Asociación Mexicana de Semilleros A.C., se fundó en 1956 con el objetivo de representar los intereses de la industria semillera en México. En ese entonces, el país estaba en una etapa crucial de su desarrollo agrícola, y la creación de AMSAC respondió a la necesidad de tener una organización que impulsara la producción, distribución y calidad de semillas mejoradas, fundamentales para aumentar la productividad agrícola.
Uno de los objetivos principales de AMSAC desde su fundación fue promover el desarrollo y uso de semillas certificadas, asegurando que los agricultores tuvieran acceso a variedades con altos estándares de calidad. Esto era esencial para mejorar los rendimientos de los cultivos y, a su vez, contribuir a la seguridad alimentaria en México.
La organización también se centró en la defensa de los derechos de los productores de semillas y en la creación de un marco regulatorio adecuado para la industria. A lo largo de su historia, AMSAC ha sido un actor clave en la promoción de políticas públicas que favorezcan el crecimiento de la agricultura a través de la innovación en el mejoramiento genético y la comercialización de semillas de alta calidad.
Además, AMSAC ha jugado un papel importante en la capacitación y profesionalización del sector semillero, ofreciendo espacios para el intercambio de conocimientos y promoviendo alianzas estratégicas con instituciones científicas, gubernamentales y otros actores de la cadena productiva. Este enfoque ha permitido a la industria semillera mexicana estar a la vanguardia de la tecnología agrícola, adaptándose a los cambios y demandas del mercado.