En este episodio entrevisto a Glen Márquez y Jesús Portillo, director ejecutivo y director comercial de Bioinnova, respectivamente, una empresa mexicana que comercializa productos enfocados en la estimulación vegetal, para aumentar la productividad de los cultivos.
Se trata de productos que he probado desde hace un par de años y que recomiendo a mis productores de manera constante, porque he observado excelentes resultados con su aplicación, al menos en los cultivos de zarzamora y frambuesa.
Los productos son desarrollados por SYME Agroinsumos y distribuidos por Bioinnova, empresas mexicanas hermanas que están comprometidas con satisfacer las necesidades y problemáticas de la agricultura moderna, ofreciendo soluciones de impacto apegadas al respeto por la salud humana y el medio ambiente.
Durante la plática Glen nos habla sobre las cuestiones comerciales y de negocio de la empresa, mientras que Jesús se centra en las cuestiones técnicas y de uso de los diferentes productos que comprende la gama de Bioinnova.
SYME Agroinsumos está ubicada en el estado de Sonora y cuenta con más de 20 años de experiencia en investigación y desarrollo de productos agrobiológicos de alto valor agronómico. Puedes obtener más información sobre sus productos en el sitio web de Bioinnova, en el sitio web de SYME Agroinsumos y en su página de Facebook.
¿Cuándo se comenzaron a utilizar productos para la estimulación vegetal?
El uso de productos para la estimulación vegetal tiene raíces que se remontan a las primeras prácticas agrícolas, aunque en formas muy rudimentarias. Los agricultores de las antiguas civilizaciones ya sabían que ciertos residuos orgánicos y materiales naturales podían mejorar el crecimiento de las plantas. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando estos productos comenzaron a desarrollarse de manera científica, buscando entender y aprovechar los procesos fisiológicos de las plantas para mejorar su rendimiento.
El verdadero auge de los estimulantes vegetales ocurrió después de que los científicos comenzaran a estudiar las hormonas vegetales, también conocidas como fitohormonas, en las décadas de 1930 y 1940. El descubrimiento de las auxinas, un tipo de fitohormona responsable del crecimiento y desarrollo celular en las plantas, marcó un punto clave. A partir de este descubrimiento, comenzaron a desarrollarse productos que imitaban o potenciaban la acción de estas hormonas naturales, permitiendo a los agricultores mejorar el crecimiento de los cultivos de manera más precisa y controlada.
A partir de los años 1960 y 1970, con el avance en la biotecnología y la química agrícola, se empezaron a formular productos más especializados para la estimulación vegetal. Estos productos no solo incluían hormonas sintéticas, sino también sustancias como aminoácidos, vitaminas y extractos de algas, que mejoran la resistencia de las plantas al estrés, aumentan la eficiencia en la absorción de nutrientes y promueven un mejor desarrollo general.
La década de 1990 vio un nuevo avance en el uso de productos biorreguladores, donde las investigaciones se centraron en cómo las plantas respondían al estrés ambiental, como la sequía o las temperaturas extremas. Se comenzaron a desarrollar productos más sofisticados para ayudar a las plantas a lidiar con estos desafíos, incrementando su capacidad de adaptación y, por ende, su productividad.
Hoy en día, los productos para la estimulación vegetal son una parte esencial de la agricultura moderna. Los bioestimulantes, que incluyen una amplia gama de compuestos orgánicos y microorganismos, juegan un papel crucial en la optimización del crecimiento y el rendimiento de los cultivos, ayudando a los agricultores a maximizar la producción sin depender exclusivamente de fertilizantes y productos químicos convencionales.