El uso de feromonas para el control de insectos plaga lleva varias décadas de desarrollo, a pesar de los cual su uso no se ha masificado, principalmente porque se requiere de mucho estudio del impacto de estas moléculas en el comportamiento de determinados insectos.
¿Quién descubrió el uso de las feromonas en la agricultura?
El uso de feromonas en la agricultura es una de las innovaciones más importantes en el manejo de plagas. Las feromonas son compuestos químicos que los insectos utilizan para comunicarse entre sí, especialmente para el apareamiento. Su descubrimiento y aplicación en la agricultura han permitido desarrollar métodos de control de plagas más ecológicos y específicos.
Aunque los insectos han estado utilizando feromonas por millones de años, fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los científicos comenzaron a comprender cómo funcionaban estos compuestos y su potencial para ser usados en la agricultura. El pionero en esta área fue el científico alemán Adolf Butenandt, quien, en 1959, logró aislar por primera vez una feromona sexual en la polilla de la seda (*Bombyx mori*). Este fue un logro revolucionario, ya que permitió entender cómo los insectos se comunican y abrir la puerta a aplicaciones prácticas en el manejo de plagas agrícolas.
El trabajo de Butenandt fue crucial, pero el desarrollo de tecnologías para aplicar las feromonas en el campo requirió más investigación. En las décadas posteriores, los científicos comenzaron a experimentar con trampas que contenían feromonas sintéticas, con el fin de atraer y capturar insectos plaga. Este método no solo permite monitorear las poblaciones de insectos, sino también interrumpir el ciclo reproductivo de las plagas, reduciendo significativamente sus poblaciones sin necesidad de usar pesticidas tóxicos.
La implementación a gran escala de feromonas en la agricultura comenzó a ser viable en los años setenta, cuando las técnicas para sintetizar estos compuestos se refinaron. Desde entonces, el uso de feromonas ha sido clave en cultivos de alto valor como el algodón, la vid y los frutales. Las trampas con feromonas, además, permiten a los agricultores hacer un control integrado de plagas, combinando técnicas biológicas y químicas para minimizar el impacto ambiental.
Hoy en día, las feromonas se usan no solo para atrapar o confundir a los insectos, sino también como parte de sistemas de monitoreo. Al detectar cuándo las plagas están activas y en qué cantidades, los agricultores pueden tomar decisiones más precisas sobre cuándo y cómo intervenir. Esta es una estrategia que contribuye tanto a la sostenibilidad del agro como a la producción eficiente.