El profesor Aurelio Bastida nos comenta cómo la agricultura protegida puede ayudar a aumentar la autosuficienta alimentaria, lo que requiere entender que un invernadero no es la solución para todo, si no que hay que integrar esta herramienta en un sistema más complejo de producción.
Actualmente la agricultura protegida constituye un gran tipo de agricultura para mejorar la producción agrícola, sin embargo, hay que entender que no se trata de la solución a todos los problemas, pues en muchos lugares de nuestro país hay problemáticas más apremiantes que deben ser solucionadas primero.
De hecho, cualquier estructura de la agricultura protegida es una herramienta y como tal hay que saber cuándo se debe utilizar y cuándo no. Recuerda que el mayor error cuando se tiene un martillo es verle cara de clavo a todo lo que se nos atraviesa. No hay que enamorarse de la solución, sino del problema.
Debemos considerar que muchas regiones del país no cuentan con las condiciones idóneas para la instalación de invernaderos de mucha superficie, por lo que habría que utilizar invernaderos más pequeños y lo más adaptados, no solo a la orografía, sino también a los microclimas.
Además, se requieren de invernaderos que puedan funcionar adecuadamente con tecnologías más bajas, que permitan solucionar los problemas sin encarecer la inversión que se necesita hacer, para que de esta manera se pueden sumar más productores.
¿Qué implica exactamente la autosuficiencia alimentaria?
La autosuficiencia alimentaria implica que un país, región o comunidad pueda producir la mayoría de los alimentos que consume, reduciendo o eliminando la necesidad de importar productos básicos. En esencia, es la capacidad de satisfacer las demandas alimentarias de una población utilizando los propios recursos agrícolas, ganaderos o pesqueros. Esto no solo incluye la producción de alimentos, sino también el acceso a insumos y tecnología que permitan mantener una producción estable y de calidad.
Para lograr la autosuficiencia alimentaria, se requiere un sistema agrícola que pueda proporcionar los alimentos básicos, como cereales, frutas, verduras, carne y productos lácteos. Este sistema debe estar bien adaptado a las condiciones climáticas y del suelo, lo que implica el uso de variedades de cultivos y razas animales que se adecuen a las características locales. Además, es fundamental un manejo eficiente de los recursos hídricos y energéticos, ya que una producción sostenible depende del uso racional de estos recursos.
La autosuficiencia alimentaria también implica tener la capacidad de superar adversidades, como las variaciones climáticas, las plagas y las crisis económicas. Para ello, es clave contar con políticas agrícolas que apoyen a los productores locales mediante subsidios, asistencia técnica y acceso a créditos. La infraestructura es otro factor determinante, ya que sin caminos, centros de almacenamiento o redes de distribución adecuadas, incluso los alimentos producidos localmente pueden no llegar de manera eficiente a los consumidores.
Es importante entender que la autosuficiencia alimentaria no significa que un país deba producir absolutamente todo lo que consume, sino que debe ser capaz de garantizar un suministro suficiente de alimentos clave para su población. Esto puede incluir la producción interna de productos esenciales, como granos o legumbres, mientras que otros alimentos más especializados o de difícil producción local pueden importarse.
En muchos casos, alcanzar la autosuficiencia alimentaria también está relacionado con la diversificación de la producción agrícola y la integración de tecnologías avanzadas, como la agricultura de precisión, para mejorar los rendimientos. De esta forma, los países o regiones pueden optimizar sus capacidades productivas y adaptarse mejor a las necesidades cambiantes del mercado y del clima.
Además, la autosuficiencia alimentaria puede contribuir a la estabilidad económica y política de un país, ya que depender menos de las importaciones reduce la vulnerabilidad frente a las fluctuaciones del mercado global o a conflictos internacionales que puedan interrumpir el comercio.