En este episodio el profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, Aurelio Bastida Tapia, nos da su punto de vista sobre la enseñanza agrícola y también reflexiona sobre cómo se puede mejorar la relación entre la academia y la empresa, algo necesario para impulsar la innovación agrícola.
Lo primero que necesitamos hacer es diferenciar entre educación y enseñanza, ya que la primera se centra en valores y adquisición de la cultura, mientras que la segunda se enfoca a la transmisión de conocimientos. Además, la cuestión universitaria está mucho más centrada en la enseñanza agrícola.
Para entender cómo se puede mejorar la enseñanza agrícola en nuestro país hay que reflexionar sobre los aciertos y errores que el modelo actual tiene, pues así tendremos un punto de partida. Pero por supuesto no es un tema sencillo, debido a los múltiples factores que intervienen.
¿Quién desarrolló el sistema actual de enseñanza agrícola en México?
El sistema actual de enseñanza agrícola en México tiene sus raíces en el siglo XIX, durante el mandato de Benito Juárez, quien fue clave en la creación de las primeras instituciones formales dedicadas a la educación agrícola. En 1854, se fundó la primera escuela agrícola en México, conocida como la Escuela Nacional de Agricultura, ubicada en San Jacinto, Ciudad de México. Este fue el primer esfuerzo significativo por establecer una educación especializada para formar técnicos y científicos en agricultura.
Posteriormente, en el año 1924, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, se trasladó la escuela a Chapingo, en el Estado de México, donde fue renombrada como Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Este movimiento marcó el comienzo de una nueva etapa en la enseñanza agrícola en el país, con un enfoque más científico y técnico, dirigido a modernizar la agricultura nacional. La institución fue clave para formar ingenieros agrónomos que, en los siguientes años, jugarían un papel importante en la transformación del campo mexicano.
Con el paso del tiempo, la enseñanza agrícola en México continuó evolucionando. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas en los años 1930, se fortaleció aún más con la creación de nuevas instituciones y programas educativos orientados a las ciencias agropecuarias, incluyendo la Universidad Autónoma Chapingo en 1974, que se consolidó como la principal institución del país dedicada a la educación agrícola.
Este sistema se ha perfeccionado a lo largo de las décadas con el establecimiento de otras universidades y centros de investigación dedicados al estudio del campo, como el Colegio de Postgraduados (COLPOS) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que complementan el sistema educativo actual. Estos esfuerzos fueron fundamentales para profesionalizar el sector agrícola y desarrollar técnicas más eficientes que siguen siendo esenciales para la modernización de la agricultura en México.