La hidroponía es una herramienta de producción que impulsó la utilización de sustratos, los cuales se definen como materiales, activos o inertes, así como orgánicos, minerales o sintéticos, que sirven para brindar anclaje a las raíces de las plantas, además de que deben permiten el flujo de agua y gases.
¿Cuáles son los orígenes de la producción en sustratos?
La producción en sustratos tiene sus raíces en la necesidad de encontrar alternativas al suelo tradicional para el cultivo de plantas, especialmente en situaciones donde la calidad o disponibilidad de tierra fértil es limitada. Desde la antigüedad, existen indicios de que civilizaciones como los aztecas ya experimentaban con sistemas parecidos en sus chinampas, donde las plantas crecían en camas flotantes de material orgánico en lugar de tierra directa.
Sin embargo, el desarrollo moderno de la producción en sustratos comenzó en el siglo XX, impulsado principalmente por los avances en horticultura y la búsqueda de técnicas más controladas para mejorar el rendimiento de los cultivos. Durante las décadas de 1930 y 1940, los científicos en Europa empezaron a investigar más a fondo el uso de materiales inertes como la arena o la grava para cultivar plantas sin suelo. Estos primeros experimentos mostraron que, al proporcionar a las raíces un ambiente controlado, junto con soluciones nutritivas precisas, las plantas podían crecer de manera más eficiente.
En los años 60 y 70, con la expansión de la agricultura intensiva y los invernaderos, la producción en sustratos ganó más popularidad, sobre todo en países como los Países Bajos, pioneros en tecnologías de agricultura protegida. Empezaron a utilizarse sustratos como la lana de roca, la fibra de coco y la perlita, que ofrecían ventajas claras en términos de drenaje y control de la humedad. Estos materiales permitían a los productores evitar problemas comunes del suelo como enfermedades o mala estructura, y facilitaban un control preciso sobre la nutrición de las plantas.
Este método se convirtió en una herramienta clave para la agricultura moderna porque ofrecía un mayor control sobre las condiciones de crecimiento, lo que permitía maximizar el rendimiento en áreas con limitaciones ambientales.