Hace años, durante una tormenta, un agricultor me comentó que su papá decía que cuando caían tormentas eléctricas la cosecha era más buena. Eso me dejó pensando que debería existir una forma de “electrificar” el suelo, para mejorar la producción, al fin y al cabo las plantas comen aniones.
Pues bien, hace poco salió la noticia de que con electricidad es posible aumentar la producción en hidroponía, lo que me hizo recordar aquel comentario bajo la tormenta. Y en este episodio analizo el surgimiento de una nueva tecnología, que podría revolucionar la producción agrícola.
¿Por qué la conductividad eléctrica es importante para las plantas?
La conductividad eléctrica mide la capacidad del suelo para transportar corriente eléctrica. Esta propiedad está directamente relacionada con la concentración de sales solubles en el suelo, elementos esenciales para la nutrición vegetal. Una CE adecuada indica un equilibrio saludable de estos nutrientes, vital para el desarrollo óptimo de las plantas.
Las plantas absorben nutrientes principalmente en forma de iones, que son partículas cargadas presentes en la solución del suelo. La conductividad eléctrica alta sugiere una mayor disponibilidad de iones, facilitando la absorción de nutrientes. Sin embargo, un exceso de sales puede ser perjudicial, provocando estrés osmótico y dificultando la absorción de agua por las raíces.
Monitorear la conductividad eléctrica permite ajustar las prácticas de riego y fertilización. Un riego excesivo diluye los nutrientes, bajando la CE, mientras que un riego insuficiente concentra las sales, elevándola. Ajustar la cantidad y frecuencia de riego en función de la CE ayuda a mantener un ambiente radicular saludable.
En la hidroponía, la conductividad eléctrica es aún más crítica. El sustrato inerte no aporta nutrientes, dependiendo completamente de la solución nutritiva. Controlar la CE de esta solución asegura la entrega precisa de nutrientes, evitando desequilibrios que afecten el crecimiento.
En resumen, la CE es un indicador clave del estado nutricional del suelo y de la disponibilidad de nutrientes para las plantas, fundamental para optimizar prácticas agrícolas y asegurar una producción saludable y sostenible.