En esta entrevista, Ricardo Morales, director de AgroDer, comparte su trayectoria y analiza la urgencia de acelerar la producción agrícola sostenible. Destaca cómo la innovación tecnológica, las estrategias de manejo responsable y el acceso equitativo a prácticas regenerativas pueden transformar el futuro del campo.
Además, se abordan los principales obstáculos para lograr sostenibilidad, desde políticas públicas hasta indicadores de medición eficaces. Ricardo también presenta la propuesta de valor de AgroDer, reflexionando sobre el papel de los agricultores y la necesidad de una transición consciente hacia sistemas más resilientes y productivos.
¿Qué factores han limitado la producción agrícola sostenible?
La producción agrícola sostenible se ha visto limitada por varios factores que, aunque conocidos por muchos actores del sector, siguen teniendo un peso considerable en la toma de decisiones diarias.
Uno de los principales es el uso excesivo de insumos químicos. Muchos productores dependen de fertilizantes y pesticidas sintéticos para mantener sus rendimientos, pero esta práctica ha generado efectos negativos en la salud del suelo, en la biodiversidad y en los recursos hídricos. La pérdida de fertilidad natural de los suelos es una consecuencia directa de años de manejo intensivo sin prácticas regenerativas.
Otro factor clave es la falta de acceso a tecnología adecuada. Si bien existen soluciones tecnológicas que permiten una agricultura más eficiente y respetuosa con el medioambiente, no todos los agricultores pueden costearlas o saben cómo utilizarlas. Esto se acentúa en zonas rurales con baja conectividad digital o escasa asistencia técnica. Sin herramientas de monitoreo, análisis de datos o sistemas de riego inteligentes, es más difícil adoptar prácticas sostenibles de forma efectiva.
La presión económica también juega un papel importante. Muchos productores operan con márgenes de ganancia muy reducidos, lo que limita su capacidad para invertir en prácticas sostenibles. Las demandas del mercado a corto plazo obligan a priorizar la rentabilidad inmediata sobre la sostenibilidad a largo plazo. Además, los incentivos institucionales no siempre están alineados con la transición hacia modelos agrícolas regenerativos o de bajo impacto ambiental.
El cambio climático ha sumado otra capa de complejidad. Las alteraciones en los patrones de lluvia, el aumento de temperaturas y la mayor frecuencia de eventos extremos afectan directamente los ciclos productivos. Esto obliga a los agricultores a tomar decisiones reactivas, muchas veces contrarias a la sostenibilidad, como la sobreexplotación de acuíferos o el uso de variedades no adaptadas localmente.
Finalmente, hay una brecha importante en cuanto a conocimientos y formación técnica. A pesar del creciente interés por la sostenibilidad, muchos productores siguen sin contar con información práctica, confiable y contextualizada. La transferencia de conocimiento desde la academia o los centros de investigación hacia el campo real sigue siendo un desafío. La información muchas veces no está disponible en un lenguaje accesible, o no toma en cuenta las condiciones particulares de cada región.