Son muchos y diversos los factores de los cuales debemos proteger a las plantas cultivadas, y en este episodio el profesor Aurelio Bastida Tapia nos habla al respecto, desde su muy particular punto de vista, enfocado en la producción agrícola que integre todos los elementos posibles.
¿Cuáles fueron los primeros cultivos que se protegieron con fines comerciales?
Los primeros cultivos que se protegieron con fines comerciales tienen una larga historia que se remonta a siglos atrás, especialmente en Europa y Asia. Una de las razones principales para proteger los cultivos fue la necesidad de controlar el clima y extender las temporadas de cultivo, lo que era fundamental en regiones con inviernos severos o condiciones climáticas poco favorables para la agricultura.
Uno de los primeros cultivos que se protegió de manera sistemática fue el viñedo en Europa. Los agricultores franceses e italianos comenzaron a utilizar estructuras rudimentarias, como techos de cristal o coberturas de tela, para proteger las vides jóvenes del frío y asegurar una producción más estable. Aunque no eran los invernaderos que conocemos hoy, estas técnicas iniciales marcaron el inicio de lo que más tarde sería la agricultura protegida a gran escala.
Otro cultivo clave en la historia de la agricultura protegida fue el melón. Durante el Renacimiento, en Italia, los nobles y monarcas querían disfrutar de frutas exóticas fuera de temporada. Esto llevó a la construcción de los primeros invernaderos más sofisticados, conocidos como “jardines de invierno”. Estas estructuras permitían la producción de melones, una fruta muy apreciada en ese entonces, incluso durante los meses más fríos. De hecho, en este periodo, los invernaderos se convirtieron en un símbolo de estatus, ya que solo los ricos podían permitirse el lujo de comer frutas y hortalizas fuera de temporada.
En Asia, particularmente en China y Japón, el cultivo de vegetales de hoja verde fue uno de los primeros en ser protegido. En China, ya en la Dinastía Tang (618-907 d.C.), se utilizaban estructuras de bambú cubiertas con telas para proteger cultivos como la lechuga y el repollo de las bajas temperaturas. Japón también adoptó técnicas similares para la producción de hortalizas, implementando sistemas que protegían las plantas del viento y las heladas. La razón principal era garantizar una oferta constante de productos frescos para las élites locales.
Con la Revolución Industrial y el avance en materiales como el vidrio y el hierro, la agricultura protegida dio un salto importante. Durante el siglo XIX, en Inglaterra, se protegieron comercialmente cultivos como el tomate y el pepino, con la instalación de invernaderos a mayor escala. Estos cultivos eran muy populares y demandados por la creciente clase media que podía permitirse comprar productos frescos durante todo el año. Inglaterra fue uno de los países pioneros en la construcción de grandes invernaderos, impulsando la producción comercial de hortalizas.