Episodio 089 de Podcast Agricultura

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Episodio 089: Floricultura en Villa Guerrero con Ramiro Andrade

La floricultura es una actividad agrícola compleja, dados los múltiples cultivos y variedades que se manejan, ya que cada uno requiere de manejos bastante específicos, para que la flor de corte pueda tener la calidad que esperan los clientes.

En este episodio entrevisto al especialista en floricultura, Ramiro Andrade, quien nos da un panorama general sobre este sector, en el cual se ha desempeñado desde que culminó su educación universitaria, por lo que ya tiene algunos años de experiencia.

Ramiro trabaja para una de las empresas más grandes de Villa Guerrero, en el estado de México, considerada la zona florícola por excelencia de nuestro país. Por este motivo cuenta con los conocimientos y las experiencias para darnos un buen panorama sobre el tema.

Cabe mencionar que la floricultura nacional ha sido bastante afectada por la crisis sanitaria de la que apenas vamos saliendo, de modo que este año ha sido uno bastante malo para el negocio, aunque Ramiro espera que el siguiente año se recupere nuevamente el sector.

Algo para resaltar es que Ramiro nos da un panorama interesante sobre los tipos de tecnificación que se utilizan para la producción de flor de corte, la cual va desde la más básica hasta la más automatizada, con todos los niveles conviviendo en una misma zona.

¿Cuándo comenzó el sector florícola en México?

El sector florícola en México tiene sus orígenes en la época prehispánica, cuando diversas culturas indígenas ya cultivaban flores con fines ceremoniales, medicinales y decorativos. Civilizaciones como los aztecas y los mayas consideraban a las flores un símbolo de estatus y belleza, utilizándolas en ofrendas religiosas y festividades. Sin embargo, la floricultura tal como la conocemos hoy comenzó a tomar forma después de la llegada de los españoles en el siglo XVI.

Durante la colonia, los españoles introdujeron nuevas especies de flores y plantas ornamentales que no eran nativas de América. Este intercambio botánico permitió el desarrollo de jardines en conventos y haciendas, donde se cultivaban flores tanto para la decoración como para el uso en ceremonias religiosas. A partir de aquí, la producción de flores comenzó a expandirse lentamente, aunque seguía siendo una actividad pequeña en comparación con otros cultivos.

Fue a mediados del siglo XX cuando el sector florícola en México realmente despegó. En las décadas de 1960 y 1970, el crecimiento de las ciudades y la demanda de flores para eventos sociales, como bodas y fiestas, impulsaron la expansión del cultivo de flores en regiones específicas del país. Estados como el Estado de México, Puebla, Morelos y Michoacán se convirtieron en centros clave de producción. Además, el mejoramiento de las técnicas de cultivo, el uso de invernaderos y la adopción de variedades más comerciales permitieron un aumento significativo en la producción.

A finales del siglo XX, México también comenzó a posicionarse como un exportador importante de flores, especialmente de crisantemos, rosas, claveles y gladiolas. La cercanía a mercados como Estados Unidos, junto con las condiciones climáticas favorables en muchas zonas del país, ayudó a consolidar a México como un actor relevante en el mercado global de flores.

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