Una micorriza es una relación simbiótica donde ambos participantes obtienen beneficios: la planta recibe nutrientes minerales y agua, mientras que el hongo obtiene hidratos de carbono y vitaminas que él por sí mismo es incapaz de sintetizar. De esta manera ambos obtienen algo que necesitan.
¿Quién descubrió las micorrizas?
El descubrimiento de las micorrizas no puede atribuirse a una sola persona, ya que fue un proceso gradual que involucró a varios científicos a lo largo del tiempo. Sin embargo, los primeros indicios de la existencia de estas asociaciones entre hongos y raíces de plantas comenzaron a observarse en el siglo XIX.
Uno de los primeros estudios fue realizado por el botánico alemán Albert Bernhard Frank en 1885. Frank acuñó el término “micorriza” al observar que las raíces de algunas plantas estaban colonizadas por hongos, formando una simbiosis que beneficiaba tanto a la planta como al hongo. En sus investigaciones, Frank se dio cuenta de que este tipo de asociación mejoraba la absorción de nutrientes, especialmente fósforo, lo que contribuía al crecimiento de la planta. A partir de este momento, las micorrizas comenzaron a ser reconocidas como un componente fundamental en la nutrición de las plantas.
Antes de Frank, otros botánicos ya habían notado la presencia de hongos en las raíces, pero no comprendían completamente la naturaleza de esta relación. Sin embargo, fue Frank quien definió el concepto de micorriza y estableció las bases para la investigación en este campo. Él fue pionero en estudiar cómo los hongos formaban una red que permitía a las plantas acceder a nutrientes del suelo que de otra forma no estarían disponibles.
A medida que avanzaba el siglo XX, otros científicos continuaron el trabajo de Frank. Descubrieron que existen diferentes tipos de micorrizas, como las ectomicorrizas y las endomicorrizas (o micorrizas arbusculares), cada una con características específicas en su estructura y función. Las investigaciones también revelaron que las micorrizas juegan un papel crucial no solo en la nutrición de las plantas, sino también en la resistencia a enfermedades y en la adaptación a diferentes condiciones ambientales.
Con el tiempo, la importancia de las micorrizas en los ecosistemas naturales y agrícolas se hizo más evidente. Los estudios mostraron que estas asociaciones simbióticas están presentes en aproximadamente el 90% de las plantas terrestres, lo que subraya su relevancia para la evolución de las plantas y su capacidad para colonizar la tierra.
Hoy en día, gracias a los avances en técnicas de investigación, conocemos mucho más sobre los mecanismos moleculares y genéticos que subyacen en la formación de micorrizas, y su estudio sigue siendo un campo activo dentro de la biología vegetal y la ecología.