El agro digitaliza cada vez más información, desde suelos hasta rendimientos, pero solo una pequeña parte del sector usa tecnologías avanzadas. Esta revolución, impulsada por sensores, drones y apps, ofrece enormes beneficios, pero plantea una pregunta clave: ¿quién es dueño de los datos generados en el campo?
En América Latina, no hay leyes claras al respecto, lo que deja a los agricultores en desventaja. La acumulación de datos puede volverse acumulación de poder. Para que el ecosistema digital sea justo, se necesita confianza basada en reglas claras, ética y regulación estatal que garantice soberanía y transparencia en el uso de la información agrícola.
Los datos como nuevo recurso estratégico del agro. 📊
Hoy, casi todo se puede medir en el campo: clima, riego, suelos, plagas y más.
Esto no es futuro, es presente. Cada día, se generan miles de datos agrícolas.
Sensores, drones y plataformas digitales están detrás de toda esta revolución.
Pero hay algo que pocos se atreven a preguntar: ¿de quién son esos datos?
En muchos países, la respuesta es confusa. La ley no lo deja claro.
¿Son del agricultor, de la empresa que los recoge o de quien analiza?
Y si esos datos son tan valiosos… ¿quién debería decidir qué se hace con ellos?
Pongamos un ejemplo: una lista de agricultores de cierto cultivo 🌽.
Eso vale oro para cualquier empresa que quiera venderles algo.
Entonces, esos datos no son solo registros: son poder en bruto.
Porque quien tiene los datos, toma mejores decisiones y gana ventajas.
Ahora, ¿y si esos datos estuvieran en servidores de otro país?
¿Quién los protege si algo sale mal? ¿Qué leyes aplican? 😟
Incluso si hay buena fe, los datos pueden ser robados o mal usados.
Y muchas empresas no publican claramente qué hacen con la información.
El agricultor debería poder ver, usar o llevarse sus datos cuando quiera.
Las empresas también pueden usar los datos… pero con límites claros.
Para eso se necesita confianza. Y la confianza viene con reglas.
Reglas justas, transparentes y éticas. No promesas sueltas.
El Estado debe intervenir. Así como regula pesticidas, debe regular datos.
Porque los datos no son ruido digital. Son un recurso tan vital como el agua 💧.
Y en este momento, tenemos la oportunidad de decidir cómo los vamos a cuidar.