El uso de herramientas digitales en la agricultura promete incrementar los rendimientos agrícolas de manera nunca vista, desafortunadamente la adopción de nuevas tecnologías va más lenta de lo esperado, por lo que se requiere de un mayor impulso, o de lo contrario no veremos incrementos importantes hasta la próxima década.
De hecho, según Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, solamente el 10% de los agricultores mexicanos obtiene ventajas de la agricultura digital, aunque el 6% son productores grandes, por lo que los pequeños y medianos se están quedando atrás.
Es importante entender que el principal objetivo de la agricultura digital es incrementar la producción, pero esto no puede hacerse a cualquier costo, sino que ahora se debe contemplar también el cuidado al medioambiente y el uso eficiente de los recursos disponibles, dos requisitos indispensables de cumplir.
Y para impulsar la agricultura digital hace falta que el sector gubernamental y el sector educativo se preocupen más por el tema, pues de lo contrario la brecha entre los que pueden acceder a las nuevas tecnologías y los que no será cada vez mayor, lo que constituirá una problemática que afectará a la agroindustria.
¿Qué implica realmente la agricultura digital?
La agricultura digital implica el uso de tecnologías avanzadas para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de las prácticas agrícolas. Este enfoque abarca diversas herramientas y sistemas que facilitan la gestión precisa y el análisis de datos en tiempo real.
Primero, están los sensores y dispositivos IoT (Internet de las Cosas). Estos se instalan en campos y maquinaria para recopilar datos sobre el suelo, las condiciones climáticas y el crecimiento de los cultivos. Los sensores de humedad, por ejemplo, permiten medir el contenido de agua en el suelo, ayudando a optimizar el riego y evitar el desperdicio de agua.
Además, el uso de drones y satélites proporciona imágenes aéreas detalladas de los cultivos. Estas imágenes permiten monitorear la salud de las plantas, detectar plagas y enfermedades tempranamente y evaluar el rendimiento del campo. Los drones pueden sobrevolar grandes extensiones de terreno en poco tiempo, capturando información que sería difícil de obtener de otra manera.
Luego, están los sistemas de gestión agrícola basados en software. Estos programas permiten a los agricultores recopilar, almacenar y analizar grandes volúmenes de datos. Con esta información, pueden tomar decisiones informadas sobre la siembra, fertilización, y cosecha. Los sistemas de gestión también pueden integrar datos de diversas fuentes, proporcionando una visión holística de la operación agrícola.
La agricultura de precisión es otra parte fundamental. Este concepto se refiere a la aplicación de insumos agrícolas (como fertilizantes y pesticidas) de manera específica y localizada, en lugar de hacerlo uniformemente en todo el campo. La tecnología GPS y los sistemas de mapeo ayudan a identificar las necesidades exactas de cada área del campo, reduciendo el uso de insumos y minimizando el impacto ambiental.
El big data y la analítica avanzada juegan un papel crucial. Al analizar grandes conjuntos de datos, los agricultores pueden identificar patrones y tendencias que no serían visibles de otra manera. Esto permite predecir rendimientos, optimizar recursos y mejorar la planificación a largo plazo.
También, la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático están transformando la agricultura digital. Estos sistemas pueden analizar datos complejos y proporcionar recomendaciones específicas. Por ejemplo, pueden identificar automáticamente enfermedades en las plantas a partir de imágenes y sugerir tratamientos adecuados.
Por último, la conectividad y la infraestructura digital son esenciales. Las redes de comunicación robustas y la disponibilidad de internet en áreas rurales permiten la transmisión y acceso a datos en tiempo real. Esto es vital para la implementación efectiva de tecnologías digitales en la agricultura.
La agricultura digital representa un cambio significativo en cómo se gestionan y operan las explotaciones agrícolas. Con el uso de tecnología avanzada y datos precisos, los agricultores pueden aumentar la productividad, reducir costos y promover prácticas sostenibles, todo mientras mejoran la capacidad de respuesta ante desafíos climáticos y económicos.