Los robots agrícolas han comenzado a llegar a la agricultura a un ritmo relevante, por lo que comienza a surgir el debate sobre si van a representar una pérdida importante de trabajos agrícolas, siendo que la respuesta es que sí, porque su mayor ventaja será la optimización de la producción agrícola.
Esto porque en teoría los robots agrícolas podrán trabajar 24/7, siendo los únicos momentos en que estarán parados cuando se les tenga que realizar algún servicio de mantenimiento. Esto básicamente quiere decir que la producción agrícola debería aumentar su eficiencia radicalmente.
Aunque claro, habrá un costo, y en este caso será el desplazamiento de mano de obra no especializada, que aunque no será desplazada en su totalidad, si que podría darse una importante disminución en la necesidad de tener jornaleros agrícolas, al menos para ciertos cultivos en ciertas regiones.
Eso sí, como toda nueva tecnología, los robots agrícolas requerirán especialistas para su manejo, los cuales podrían cobrar mejores sueldos, ya que teóricamente tienen conocimientos que les permitirán trabajar con las nuevas tecnologías, por lo que su nivel de capacitación es mucho mayor.
¿En qué formas los robots agrícolas desplazarán a las personas?
Los robots agrícolas ya están cambiando la manera en que se realizan muchas tareas en el campo. Con la automatización se busca mejorar la eficiencia y reducir los costos. Los robots pueden realizar tareas repetitivas con precisión, como la siembra, el riego y la cosecha. Esto puede desplazar a trabajadores que antes se encargaban de estas labores manualmente. Los robots pueden operar las 24 horas del día, lo que maximiza la productividad y minimiza los errores humanos.
La automatización en la agricultura también abarca el uso de drones y sistemas de monitoreo avanzados. Los drones pueden sobrevolar campos para evaluar la salud de los cultivos, detectar plagas y enfermedades, y aplicar pesticidas de manera precisa. Esto reduce la necesidad de mano de obra para estas tareas de inspección y aplicación. Los sistemas de monitoreo pueden recopilar datos en tiempo real sobre el suelo, el clima y el crecimiento de las plantas, permitiendo una toma de decisiones más informada y oportuna.
Además, los robots pueden realizar tareas que requieren gran precisión, como la poda y el injerto de plantas. Esto puede ser particularmente útil en cultivos de alto valor como la vid y los árboles frutales. Los robots pueden trabajar en condiciones que serían difíciles o peligrosas para los humanos, como en invernaderos con altas temperaturas o en áreas con exposición a productos químicos.
La tecnificación del campo no solo se limita a tareas agrícolas directas. También incluye la logística y el manejo postcosecha. Robots y sistemas automatizados pueden clasificar, empaquetar y transportar productos agrícolas de manera más eficiente que el trabajo humano. Esto reduce los tiempos de procesamiento y mejora la calidad del producto final, asegurando que los alimentos lleguen frescos a los consumidores.
A pesar de estos avances, la integración de robots en la agricultura también plantea desafíos. Los agricultores necesitan capacitación para operar y mantener estas máquinas. La inversión inicial en tecnología puede ser alta y no todos los productores pueden permitírsela. Además, hay preocupaciones sobre el impacto social y económico en las comunidades rurales, donde la agricultura es una fuente importante de empleo. Sin embargo, la tendencia hacia la automatización parece inevitable, impulsada por la necesidad de alimentar a una población mundial en crecimiento y enfrentar los desafíos del cambio climático y la escasez de recursos.
La adaptación a estas nuevas tecnologías requerirá una transformación en la forma en que entendemos y manejamos la agricultura. La colaboración entre ingenieros, agrónomos y agricultores será crucial para maximizar los beneficios de la automatización y minimizar sus impactos negativos.