
En México se está debatiendo el prohibir muchos plaguicidas que están catalogados como altamente tóxicos, pero si esto no se realiza de manera correcta el país podría caer en una situación catastrófica, peor que la vivida en Sri Lanka hace unos meses, por lo que debemos aprender de lo sucedido ahí.
El problema radica en creer que lo convencional es el diablo y lo orgánico es dios. Este tipo de pensamiento está muy extendido debido a la presión social de diversas organizaciones que satanizan a los fertilizantes y plaguicidas de síntesis química, y para la sociedad es fácil caer en la trampa.
Tanto la producción convencional como la producción orgánica tienen ventajas y desventajas, lo que se necesita son tomadores de decisión que entiendan eso, que se debe obtener lo mejor de cada sistema y potenciarlo, porque de lo contrario seguiremos enfrascados en un debate que se pierde entre fanatismos.
Por lo tanto, prohibir plaguicidas de tajo, sin existir soluciones alternativas, es una de las apuestas más arriesgadas que se pueden tomar en temas agrícolas, y por lo general es una apuesta que no tiene posibilidades de éxito, lo acabamos de ver hace poco y debemos aprender de las experiencias de otros.
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