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Episodio 057 de Podcast Agricultura

Episodio 057: Efectos físicos a considerar en la agricultura protegida

El profesor-investigador Aurelio Bastida Tapia, de la Universidad Autónoma Chapingo, nos comenta cuáles son los principales efectos físicos que se deben de considerar cuando colocamos una superficie de protección, permeable o impermeable, sobre algún cultivo agrícola.

Con efectos físicos nos referimos a todo aquello que obedece las leyes de la física y que pasa en el interior de un invernadero, así como en sus alrededores cercanos. Se trata de efectos poco estudiados cuyo entendimiento en muchos casos puede representar el éxito o fracaso de nuestro proyecto.

El profesor Aurelio Bastida ha dedicado algún tiempo a estudiar dichos efectos y nos explica, de manera resumida, en que consiste cada uno de ellos. Este estudio forma parte de un estudio de mayor envergadura que tiene el objetivo de conocer cómo debe ser un invernadero en función de los diversos parámetros que hay que tener en cuenta.

Además, entender dichos efectos físicos es importante para que podamos proporcionarles a las plantas el ambiente óptimo para su desarrollo, lo que a su vez se traducirá en una mayor cosecha con mejor calidad.

¿Cuál es el efecto físico más relevante de toda la agricultura protegida?

El efecto físico más relevante de toda la agricultura protegida es la modificación del microclima. Este cambio es fundamental para mejorar las condiciones de crecimiento de los cultivos y maximizar su rendimiento. Bajo sistemas de agricultura protegida, como invernaderos, túneles y casas sombra, los factores climáticos se pueden controlar o ajustar de forma precisa, permitiendo crear un ambiente óptimo para el desarrollo de las plantas.

Dentro de un espacio protegido, es posible regular la temperatura, evitando las fluctuaciones extremas que se observan en campo abierto. La temperatura constante y adecuada acelera el crecimiento de los cultivos, mejora su desarrollo y puede adelantar el ciclo de producción, lo que se traduce en una mayor eficiencia en el uso del tiempo.

La humedad relativa también es un factor físico controlado. Mantener un nivel adecuado de humedad reduce el estrés hídrico de las plantas y puede disminuir la incidencia de enfermedades relacionadas con la sequedad o exceso de humedad. En la agricultura protegida, el equilibrio en la humedad relativa se logra mediante ventilación y sistemas de riego como el goteo o nebulización, que permiten un suministro preciso de agua.

El control de la radiación solar es otro efecto físico clave. La intensidad y calidad de la luz que reciben las plantas se puede manipular con el uso de materiales como plásticos, mallas o estructuras que filtran, difunden o bloquean parte de la radiación solar. Esto asegura que las plantas reciban la cantidad de luz necesaria para la fotosíntesis sin sufrir daños por exceso de radiación ultravioleta o calor excesivo. La utilización de tecnologías como mallas sombra o plásticos difusores mejora la distribución de la luz y permite un desarrollo homogéneo de los cultivos.

La agricultura protegida también permite el manejo del viento. Al reducir la velocidad del viento dentro de las estructuras, se evita el daño físico a las plantas, como el quiebre de tallos o la desecación rápida de hojas. Esto protege a los cultivos de estrés mecánico y ayuda a mantener su integridad durante todo su ciclo de desarrollo.

Finalmente, la protección contra eventos climáticos extremos, como lluvias intensas, granizo o heladas, es uno de los beneficios más destacados de modificar el microclima. En la agricultura protegida, estos riesgos se minimizan considerablemente, lo que permite un mayor control sobre la producción y la calidad de la cosecha, reduciendo pérdidas y daños.

La suma de todos estos factores físicos, temperatura, humedad, luz, viento y protección contra eventos extremos, resulta en un ambiente controlado que favorece un crecimiento más eficiente, sano y rentable de los cultivos. Esta es la razón por la cual la agricultura protegida se considera una estrategia clave para incrementar la productividad y sostenibilidad de la producción agrícola.

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